Siempre se trata de colores.

Por que en la vida encontramos de todo. Personas falsas. Personas pobres de alma. Personas que se empeñan en ser odiosas y alejar a quienes ven en ellos un respiro. Personas feas. Personas que cagan a otras, cagándose -paradojicamente- en ellos mismos. Personas que tienen tanto miedo que se ocupan de espantar a quienes pasan por delante de sus narices. Personas con muy poca luz. Personas aburridas. Personas con poco vuelo. Personas incapaces de elevarse -cualquiera sea el medio. Personas grises.

También hay colores.

Hay personas coherentes. Personas sensibles. Personas que se dejan ser, sin pensamientos chatos y pelotudos. Personas que se animan a más. Personas inteligentes. Personas que saben volar y comparten el secreto. Personas lindas. Personas que ayudan. Personas que se hacen cargo. Personas que responden. Personas valientes. Personas que abren consiguiendo circular la energía. Personas que pueden mirar a los ojos sin sentirse incómodas. Personas inquietas. Personas divertidas. Personas con humor. Personas que son como fuegos locos -robándole palabras a Galeano-, de esas personas que brillan y salpican sus chispas.

Siempre hay colores.

En primavera y verano los veo en las paredes de mi cuarto. Nada especial, solo una cuestión de orientación espacial. Espero medio año y cuando empieza esa otra mitad me despierto con más ganas de que el sol pegue en el prisma y la luz haga lo suyo sobre la pared.

Se viene un fin de año muy movido. Lo estoy esperando con ansias, sobre todo por una persona que amo. Cuando llegue el momento, ahí si todos me van a chupar bien un huevo, suena grosero pero es la realidad. Sé que va a traer cambios de esos que te hacen crecer.

Bienvenidos entonces los colores.